Titulares

martes, 25 de febrero de 2025

Seguimos tocando, mis músicos y yo

 


Por: Randy Santana

Desde que era un niño, soñaba con cantar y llenar escenarios con mi voz. Anhelaba ser un artista reconocido en todo el mundo. Con el tiempo, encontré amigos que compartían la misma pasión y juntos decidimos hacer de la música nuestro destino. Nos preparamos con esfuerzo, ensayando en garajes, plazas y pequeños bares, tocando bajo las peores condiciones. Pero nuestro sueño era más grande que cualquier obstáculo, y nunca dejamos de creer.

Un día, un productor famoso se acercó a nosotros. Nos habló con palabras llenas de promesas, nos pintó un futuro brillante, y sin pensarlo demasiado, firmamos el contrato que nos presentó. La emoción de estar en un sello disquero nos cegó, y sin leer las letras pequeñas, entregamos nuestra música con la esperanza de alcanzar la gloria.

Seguimos tocando, ahora con más fe que nunca. La adrenalina de estar cerca de la cima nos impulsaba a dar lo mejor de nosotros. Y finalmente, llegó el gran día: nuestro primer concierto multitudinario. Las luces brillaban, el público coreaba nuestras canciones y la energía en el escenario era indescriptible. Sentíamos que nuestro sueño se estaba haciendo realidad.

La sorpresa llegó poco después. Descubrimos que solo el sello disquero y sus socios habían obtenido los beneficios. Nosotros, los que habíamos dado el alma en cada nota, solo fuimos las voces y los instrumentos de un negocio donde otros recogieron la recompensa. Fue un golpe duro, pero también una lección valiosa.

Ese productor que nos descubrió hoy maneja un sello disquero que vincula a todos los músicos jóvenes del país, pero irónicamente ha olvidado a aquellos que hicieron posible el primer concierto donde su sello se dio a conocer. Sin embargo, en lugar de amargarnos, sonreímos. Sabemos que nuestro talento es nuestro mayor tesoro y que el verdadero arte no se mide en contratos ni en cifras bancarias, sino en la pasión con la que se crea.

Además, sabemos que ese sello disquero necesita realizar ese mismo concierto cada cuatro años y, posiblemente, vuelva a necesitarnos. Pero esta vez, con la experiencia acumulada, le tenemos una gran sorpresa: ahora nosotros pondremos las condiciones.

Y así, seguimos tocando, mis músicos y yo. Porque la música es nuestra vida, nuestra alegría, y nuestro sueño, tarde o temprano, será solo nuestro. Y cuando llegue el próximo gran concierto, esta vez, será nuestra gran victoria.

« PREV
Proximo »

No hay comentarios

Publicar un comentario